«Llevo 6 meses sin oler ni saborear la comida»: la batalla de una madrileña tras superar el covid

6 meses sin oler ni saborear

Fuente: BUSINESS INSIDER

Fecha de publicación: 19/08/2020

 

La pérdida del gusto y del olfato, conocida como disgeusia y anosmia respectivamente, se identificó como síntoma de la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus días más tarde de la imposición del estado de alarma en España, a mediados de marzo.

Es decir, a casi 4 meses después de detectarse el SARS-CoV-2 en Wuhan, China.

Para entonces, algunos contagiados asintomáticos superaban el COVID-19 sin saberlo. Y se encontraban, de repente, con que la comida quemada del horno de su casa podía convertirse en cenizas y ellos ni enterarse.

Así le pasó a Matt Newey, un joven residente de Centerville, Utah, Estados Unidos y a Belén, residente en Madrid, quien ha contado a Business Insider España que, 6 meses después de haber superado la enfermedad, sigue sin haber recuperado su olfato y gusto.

«Pasé el COVID y llevo ya 6 meses sin oler y sin que me sepa a nada la comida. La gente pasa a tu lado, está fumando y no lo hueles. Alguien se acaba de echar colonia y no las sientes. Ahora, algunas puedo llegar a apreciarlas, pero es una recuperación extremadamente lenta», cuenta la joven.

6 meses sin oler ni saborear

Sin embargo, dicha afección es muy común entre los que manifiestan algún síntoma de la enfermedad. Según la Comunidad de Madrid, entre un 80% y un 90% de los afectados lo han sufrido.

Esto se debe, principalmente, a los estadios del virus y su capacidad para adherirse y afectar a las células del epitelio olfatorio, el tejido que cubre la parte superior de la cavidad nasal.

Las mismas —basales, neuronas sensitivas olfatorias y de soporte—, data BBC, presentan una alta expresión de ACE2 y TMPRSS2, que permite, a la entrada de la proteína espiga (S) del SARS-CoV-2, afectar a las células humanas. Lo que, posteriormente, dañaría a las neuronas sensitivas olfatorias.

Y, si no tienes ningún otro típico síntoma de COVID-19 —dolor articular, fiebre, tos, dificultad para respirar y / o malestar digestivo—, podrías ser un portador silencioso del nuevo coronavirus y, lo peor, contagiar a las personas de tu alrededor sin saberlo.

«Ni siquiera me di cuenta de cuándo fue. De repente, noté que ni olía ni me sabía la comida»
Antes de darse a conocer la falta de olfato y gusto como una consecuencia de la infección con el nuevo coronavirus, Belén había padecido dolores de cabeza, junto a una tos leve.

«En torno a mediados de marzo, tuve unos días en los que me encontraba un poco mal. Me dolía la cabeza, tenía un poco de tos y listo. En 2 días ya no tenía la sensación de estar enferma. Ni tuve fiebre, ni ningún otro síntoma», detalla.

De hecho, según el presidente de la Asociación Británica de Otorrinolaringología, el profesor Nirmal Kumar, sería un cuadro típico de los primeros pacientes con esta afección:

«En los pacientes jóvenes, que no tienen ningún síntoma significativo como la tos y la fiebre, pueden tener únicamente la pérdida del sentido del olfato y del gusto, lo que sugiere que estos virus se alojan en la nariz«, explicita el doctor.

«Ni siquiera me di cuenta de cuándo fue. De repente, noté que ni olía ni me sabía la comida«, recuerda Belén, quien explica que, aunque habían ya pasado semanas, para entonces, no sabía que era una secuela del virus.

«Lo bueno es que, desde antes del estado de alarma, yo ya estaba trabajando desde casa y no me estaba relacionando con nadie —solo con su conviviente—. Y, desde que se levantó el estado de alarma, he visto a un máximo de 10 personas y nunca todas juntas», dice afirmando que, aunque no cree que sea contagiosa, se desconoce realmente.

«Estuve así un par de semanas y, un día, comentándolo con una amiga, me dijo que era un síntoma de COVID. Lo busqué y, efectivamente… Desde entonces, llevo así», dice a Business Insider España6 meses después de su recuperación.

«Que estés medio año sin que puedas probar la comida o la pruebes y no te sepa es tedioso. Te da igual comerte una hamburguesa que un apio».

 

«Con el olfato era tan flagrante que puse unas pizzas en el horno, me olvide, se carbonizaron y yo no olía nada»

Tal y como les ha sucedido a algunos otros pacientes que han perdido el gusto y el olfato y no lo han recuperado, Belén se dio cuenta casi por —y en medio de— un accidente.

«Con el olfato era tan flagrante que puse unas pizzas en el horno, me olvide, se carbonizaron y yo no olía nada. Entra mi pareja en la cocina, pálido, y ni siquiera sabíamos qué era. Ahí fue cuando me rallé un poco», reconoce.

«Si hubiera tenido un escape de gas, no me habría enterado. La anosmia total es impresionante. Me acercaba a la pizza quemada y sólo sentía el calor en la cara».

Sin embargo, optó por no ir al médico dada la situación que para entonces tenía a toda España en confinamiento, con, según el Departamento de Seguridad Nacional, para el 19 de marzo, 17.147 contagiados, 767 fallecidos y 1.107 recuperados. Ahora, a fecha 31 de agosto, el mismo departamento data 288.522 y 28.445, sin reporte de recuperados.

«No fui al médico, ni llamé por teléfono. Siendo honestos, en marzo la situación era lo peor de lo peor. Estaba todo muy mal. Con los casos que había y las historias que estaban surgiendo en ese momento, molestar a un médico para decirle que no me sabía o no me olía la comida me parecía que, dentro de la lista de prioridades, era indiscutiblemente la última de la lista«.

«Como no tuve síntomas, y conociendo la que estaba cayendo, me pareció que era innecesario llamar para esta nimiedad. Ahora se estaba hablando más del tema, pero no podían decirte nada más allá. «Hemos observado que esto es lo que sucede», era lo que te podían decir, pero no hacer nada más«.

No obstante, muy contrario a una nimiedad, los expertos señalan que los fallos en el gusto y el olfato pueden conducir a generar una menor cantidad de serotonina —las moléculas que te hacen sentir bien— y llevar a emociones negativas y problemas neuronales, puntualizaba a principios de junio a The Wall Street Journal Pamela Dalton, una científica quimiosensorial de Filadelfia.

Asimismo, con el tiempo, como con la afección a los sentidos del gusto y el olfato, los médicos han identificado problemas neurológicos hasta 3 meses después.

 

«No hay un tratamiento estandarizado, pero te recomiendan una terapia olfativa»

A diferencia de la mayoría de las consecuencias del coronavirus, la pérdida del olfato y / o el gusto no tiene un tratamiento estandarizado. No obstante, hasta ahora, es recuperable.

Y, para tratarlo, lo que están haciendo hospitales como el Hospital Clínico San Carlos, de la Comunidad de Madrid, son terapias olfativas que consisten en la estimulación repetida de la vía olfatoria mediante una selección de olores.

«Con esta terapia, el paciente entrena su olfato y su capacidad cerebral para identificar olores, almacenarlos y recordarlos, acelerando de esta manera la regeneración de las células dañadas. Este entrenamiento es una rutina diaria de 2 sesiones (mañana y tarde), de unos 10 minutos de duración, durante varios meses, y consiste en oler distintos frascos de aceites esenciales, tratando de identificar cada aroma», detalla la Comunidad de Madrid de la Unidad de Olfato en la que al frente está Pablo Sarrió, otorrinolaringólogo.

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La misma que está siguiendo Belén, pero desde casa.

«Hablando con amigas que habían pasado por algo parecido, los médicos decían que podían hacer una especie de terapia olfativa. No es un procedimiento estandarizado, pero te recomiendan que huelas unas 5 cosas de casa que te estimulen diferentes grados, por así decirlo. Todos los días, por la mañana y por la noche, haces un repaso de los olores de cada una de esas cosas».

En su caso, ha elegido el limón, el café, una crema para manos, una colonia y a la quinta cosa cambia cada día.

 

«El olfato ha mejorado un poco, diría que un 10%. Pero el gusto no.

Y es muy raro porque yo percibo con la lengua lo salado, dulce, amargo o ácido, por ejemplo. Es decir, la lengua funciona, pero no me sabe la comida. Sé que lo que me estoy comiendo está salado, pero no sé lo que es si no lo veo o no identifico la textura. Si me das un filete de ternera o uno de cerdo, no sé diferenciarlos realmente», explica.

«No se puede hacer más. Es complicado, pero tiene solución aunque sea una progresión muy lenta. No hay un protocolo, para esto. Puedes hacer lo que esté en tu mano para reeducar el olfato, ir mejorando y darle tiempo».

 

 

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